Competitividad, el reto de la empresa en un mundo globalizado
Competitiveness, the challenge of the company in a globalized world
Javier Alexis Avirama Alzate 1
William Alonso Campos Parra 2
William Alonso Campos Parra 2
Recibido: 09/01/2017 - Aceptado: 25/07/2017
Cómo citar este artículo: Avirama, J. y Campos, W. (2017). Competitividad, una anfibología conceptual. Sinapsis 9, (2), 9- 12
Resumen
Actualmente en las disciplinas del estudio económico administrativo es habitual escuchar el término competitividad. Sin embargo, el problema surge a qué se refiere cuando se habla de este; si es de la competencia que suscita entre productos, unidades productivas, sectores económicos o países. No obstante, se debe precisar que solo ciertos productos o algunas empresas son competitivos y, que estos conllevarán a que algunas regiones también puedan serlo. Por último, se puede inferir que los elementos que presentan injerencia en el desarrollo de la competitividad no son exclusivamente propios de las empresas como lo plantea el discurso tradicional, sino, que se evidencian como el resultado de la interrelación de muchos factores que repercuten en la actividad productiva.
Palabras clave: competitividad, empresa, desarrollo económico
Abstract
Currently in the disciplines of the administrative economic study it is common to hear the term competitiveness. However, the problem arises as to what it refers to when talking about it; if it is of the competition that arises between products, productive units, economic sectors or countries. However, it should be pointed out that only certain products or some companies are competitive and that these will lead to some regions also being able to do so. Finally, it can be inferred that the elements that have interference in the development of competitiveness are not exclusively typical of companies as the traditional discourse raises, but that they are evidenced as the result of the interrelation of many Factors that affect productive activity.
Keywords: competitiveness, business, economic development
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1 Economista y Maestrante en Territorio, Conflicto y Cultura. Institución Universitaria EAM
avirama@eam.edu.co
2 Administrador de Empresas y Magister en Administración de Empresas. Institución Universitaria EAM williamcampos@eam.edu.co
La Revolución Industrial constituye el génesis de la organización moderna, desde entonces, el objeto administrativo radica en brindar soluciones a la relación patrón-obrero (factor interno) y al crecimiento económico sostenido de las organizaciones (factor externo). Este último, fundamentado en la maximización de la utilidad en el menor tiempo, que en términos generales se denominará competitividad. El concepto mencionado y, aplicándolo desde su base, determina la competitividad de un país y finalmente el auge o progreso de la actividad empresarial existente en él (Camisón & De Lucio, 2017).
De manera recurrente la competitividad es concebida sin tener una premisa concisa a lo que hace referencia; si son bienes y servicios, unidades productivas, sectores productivos, países o regiones. Por consiguiente, se hace menester citar a Michael Porter cuando afirma que: “Son las firmas, no las naciones las que compiten en los mercados internacionales” (Porter, 1990). Basados en lo anterior, se define a la unidad productiva como el objeto de la competitividad, donde ésta, a través de su dinámica productiva llevará a posicionar de manera favorable en el mercado mundial un país o región específica.
Cuando se hace énfasis en la competitividad y, como otros conceptos de las ciencias económicas y administrativas, en ocasiones, suelen ser interpretados de forma difusa, personal y subjetiva; llegando al punto de convertirse en una anfibología conceptual. En nuestros días, y partiendo de la aplicación en las ciencias administrativas surge como idea dominante acerca de la competitividad, que para alcanzar un mayor dinamismo organizacional se requiere exclusivamente de inversión y aperturas comerciales. Pero la competitividad tiene una percepción holística de mayor trascendencia. Expuesta desde varias posturas teóricas, esta constituye una amalgama de factores económicos, políticos, sociales y culturales, que permiten la superación de las barreras que se presenten en tiempo real (Suñol, 2006).
Por consiguiente, y según lo manifestado por Vega, Florez & Solis (2011), la competitividad es un factor que debe presentar las empresas para sostenerse en un mercado donde interactúan un sinnúmero de organizaciones productivas homogéneas.
En realidad no hay consenso sobre el concepto de competitividad. Competitividad es una traducción libre de lo que en inglés es “Competitiveness”, que quiere decir: “justa, rivalidad”, y que deriva de la competencia. Económicamente, es la creación y mantenimiento de un mercado en el que participan numerosas empresas y donde se determina el precio conforme a la ley de la oferta y la demanda. (Vega, A.; Flores M.; Solís M. 2011)
Por lo anterior, es importante resaltar algunos aspectos o herramientas que resultan imprescindibles en la consolidación de las empresas (base productiva), en el marco de la competitividad. Los enfoques de mayor participación en este aspecto son: primero, el diamante de competitividad de Michael Porter; segundo, la teoría de los recursos y capacidades; tercero, la teoría de la ventaja comparativa vs la concepción moderna; cuarto, la comparación entre el modelo antiguo vs el modelo nuevo; y por último, el enfoque macroeconómico y microeconómico que de manera directa se encuentran asociados con la competitividad estructural y sistémica. (Moraleda, 2004). Por ello, se reitera que la competitividad no es solo una condición de la unidad productiva o empresa, sino, de una suma de factores que deben articularse para gestar desarrollo en las regiones.
De otro modo, la competitividad puede manifestarse como la habilidad que presenta una organización para sostenerse en el tiempo; es decir, tener la capacidad de producir y comercializar bienes y servicios de manera creciente y constante. Además, la competitividad se puede definir como un factor de índole comparativa, donde es estimada a raíz de parámetros de eficiencia y calidad que se confrontan entre las unidades productivas que interactúan en un mercado específico. Por tal motivo, se puede aseverar que este concepto se soporta en cuatro determinantes: el primero se plasma en las condiciones de los factores; el segundo en las condiciones de la demanda; el tercero, las industrias conexas y de apoyo, y, por último, las estrategias, estructura y rivalidad de las empresas (ICESI, 2017).
En el argot popular en cuanto al concepto de competitividad es relacionado con los resultados de la actividad económica y comercial que presentan las empresas. Es decir, la capacidad de producir y mantener con las cantidades de bienes y servicios demandados en un mercado. Sin embargo, algunas teorías modernas la definen “Como la capacidad de una economía para alcanzar mejoras sostenidas del nivel de vida en relación con estándares racionalmente aceptables” (Morales de Llano, 2014). Es allí, cuando se expresa “(…) la capacidad de una economía hace énfasis al diseño de política pública direccionada a la creación de conocimiento, entornos empresariales atractivos, mercado de bienes y servicios adaptables al cambio y, a los factores exógenos del contexto internacional.
Como se ha manifestado anteriormente, el concepto de competitividad se presenta como un fenómeno multifacético, es decir, presenta una relación de manera intrínseca con sucesos, perspectivas y posturas de la misma actividad económica. Es por ello que toma relevancia el análisis de la variedad de aspectos que supeditan la competitividad.
(…) la variedad de posibles indicadores de medición de los aspectos involucrados en la competitividad generan necesariamente un fuerte impacto en otras dinámicas de las empresas, por ejemplo, es innegable la relación directa que puede existir entre competitividad e internacionalización ya que los indicadores de medición para ambos fenómenos se atraviesan mutuamente produciendo un efecto de reforzamiento que hace imposible definir si una empresa es competitiva porque está altamente internacionalizada o si se internacionaliza para ser competitiva, no es posible establecer un orden exacto, más bien habría que considerarlos como fenómenos de la empresa (y de su entorno de operación) que marchan de manera simultánea y que por tanto producen un efecto final en el que se refuerzan entre sí. (Moraleda, 2004)
Teniendo en cuenta lo anterior, se afirma que la globalización pone de manifiesto un nuevo panorama económico. Este fenómeno de interdependencia política, social y cultural que suscita a raíz de la interconexión comercial, obliga a las organizaciones hacia la ejecución de un enfoque competitivo basado en su esquema de producción y la relación con el contexto de región. Ahora bien, este nuevo escenario de relaciones comerciales trae consigo una serie de ventajas y desventajas que emanan de los recursos físicos y humanos que posea cada una de las organizaciones; y estas, presentan una correlación directa con el tamaño de la unidad productiva (OECD, 2009). Este fenómeno de interconexión mundial expone la competitividad como foco principal en el desarrollo de la política económica, lo que quiere decir, es mostrar la relación con la macroeconomía y la mesoeconomía. El objetivo de adaptar naciones y unidades productivas en un entorno comercial mundial, trae per sé una serie de retos para el sostenimiento del corto, mediano y largo plazo y general. La competitividad y la internacionalización son términos de estrecha relación, en especial, cuando se plantea “si las empresas se internacionalizan para ser competitivas o si buscan ser competitivas para poderse internacionalizar” (Botero, 2014).
El dinamismo de la actividad productiva de una región no está en función de manera exclusiva, al estudio microeconómico o la expectativa macroeconómica. La actividad productiva se puede percibir como el resultado de la interacción conjunta de múltiples factores que suscitan el territorio. Decisiones de política económica, acciones del individuo sobre el territorio, participación de la sociedad en cuanto al desarrollo de iniciativas, condiciones culturales y métodos de organización que determinan el proceso sistémico competitivo (Esser, Hillebrand, Messner, & Meyer, 1996). Es decir, un proceso sistémico o lo que se conoce como competitividad sistémica. Sin embargo, Esser expone que la competitividad sistémica:
(…) la competitividad industrial es el producto de la interacción compleja y dinámica entre cuatro niveles económicos y sociales de un sistema nacional: el nivel micro de las empresas, que buscan simultáneamente eficiencia, calidad, flexibilidad y rapidez de reacción, y muchas de las cuales están articuladas en redes de colaboración mutua; el nivel meso, correspondiente al Estado y actores sociales, que desarrollan políticas de apoyo específico, fomentan la formación de estructuras y articulan los procesos de aprendizaje a nivel de la sociedad; el nivel macro, que ejerce presiones sobre las empresas mediante exigencias de desempeño; y por último, el nivel meta, que se estructura con sólidos patrones básicos de organización jurídica, política y económica, suficiente capacidad social de organización e integración y capacidad de los actores para la integración estratégica. (Esser, Hillebrand, Messner, & Meyer, 1996)
Por consiguiente, se estima que la competitividad sistémica 3 hace referencia a una cohesión de la actividad productiva y el entorno, donde el dinamismo económico radica en el modelo organizativo que presenta la sociedad en un ámbito general, en su conjunto. Basados en lo anterior, se infiere que la competitividad sistémica se presenta como un modelo de desarrollo empresarial para países con rezago productivo.
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3 Sistémico: perteneciente o relativo a un organismo en su conjunto (RAE, 2017)
Por último y según Moraleda (2004) la competitividad en el último siglo se ha visto enmarcada en la combinación e implementación de la tecnología en los procesos productivos:
(…) factores como la convergencia entre informática, comunicaciones y el desarrollo de Internet, nos han situado a las puertas de un nuevo tiempo tecnológico. Se abre, en esta década, la posibilidad ya no sólo de utilizar la tecnología como medio para obtener mejoras incrementales y hacer las cosas cada vez mejor, sino, como medio para hacer las cosas de manera sustancialmente distinta. La posibilidad de reinventar y transformar. (Moraleda, 2004)
Conclusiones
Como se ha considerado en los apartes anteriores, aunque exista un fenómeno mediático en cuanto al uso del concepto competitividad, no existe unanimidad de criterios que le den una definición clara y exacta.
La comprensión del término competitividad en un espectro más amplio, permite abordar la complejidad de los factores pertinentes para que, de las economías con rezago productivo, resulten viables procesos que propendan al dinamismo positivo y creciente de algunos sectores. Es decir, a pesar de que los factores que rodean las organizaciones son significativos para el desarrollo de sus unidades productivas, es relevante que las empresas puedan tener procesos de planificación estratégica e integración con diferentes cadenas de valor para generar un mayor dinamismo productivo.
De otro modo, es importante tener en la cuenta que las empresas se encuentran inmersas dentro de un sistema global, lo cual implica que las organizaciones modernas deben ampliar su rango de desarrollo productivo y de mercado, teniendo presente las variaciones y nuevas formas de organización de los mercados globales.
A pesar de que el término competitividad es una conceptualización moderna, ha tenido una gran aceptación en el mundo empresarial y su desarrollo ha tenido implicaciones en una acelerada eficiencia operacional por parte de las organizaciones, convirtiéndose en un hito. Aunque en la mayoría de casos el concepto hace énfasis al incremento de la capacidad económica de las organizaciones dadas por la eficiencia y eficacia organizacional, hoy vemos que posee una mayor cantidad de dimensiones en las cuales se articula de forma concreta con la sociedad y las políticas que se imparten por el Estado
No obstante, y teniendo en cuenta lo anterior, se debe hacer hincapié que son las empresas las que se enfrentan a un mercado globalizado y no los países como es el paradigma del discurso tradicional. Y Es allí, a través de las condiciones individuales (microeconomía) y el comportamiento del entorno (macroeconomía) donde suscita el término de la competitividad tradicional. No obstante, existen otras perspectivas que plantean este tipo de fenómeno empresarial como el resultado de la interacción entre la unidad productiva y lo relacionado en un espectro más amplio (microeconomía, mesoeconomía, macroeconomía y metaeconomía).
Referencias bibliográficas
Botero, L. D. (2014). Internacionalización y Competitividad. Ciencias Estratégicas, Vol 22, núm. 32, 187-196.
Camisón, C., & De Lucio, J. (9 de Noviembre de 2017). Ministerio de energía, turismo y agenda digital. Obtenido de La competitividad de la pymes españolas ante el reto de la globalización: http://www.minetad.gob.es/Publicaciones/Publicacionesperiodicas/EconomiaIndustrial/RevistaEconomiaIndustrial/375/19.pdf
Esser, K., Hillebrand, W., Messner, D., & Meyer, J. (1996). Competitividad sistémica: Nuevo desafío para las empresas y la política. Revista No. 59 de la CEPAL, 39-52.
ICESI. (14 de Noviembre de 2017). Consultorio de Comercio Exterior. Obtenido de http://www.icesi.edu.co/blogs/icecomex/2009/02/10/competitividad-en-las-empresas/
Moraleda, A. (2004). La innovación, clave para la competitividad empresarial. Universia Business Review número 1, 126-136.
Morales de Llano, E. (2014). La dimensión territorial de la competitividad. Economía y Desarollo, vol. 151, núm. 1, 71.84.
OECD (2009): Top barriers and drivers to SME internationalisation. OECD, Report by the OECD Working Party on SMEs and Entrepreneurship, París.
Porter, M. (1990). The Competitive Advantage of Nations. New York: The Free Press.
Suñol, S. (2006). Aspectos teóricos de la competitividad. Ciencias y sociedad, 179-198.
Vega, A.; Flores M.; Solís M. (2011).” Factores de contingencia que inciden en la profesionalización y competitividad de las empresas familiares del sector industrial de Tijuana, b.c., México”. Global Conference on Business and Finance Proceedings Volume 6 -Number 2 2011
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