Seres que asumen la docencia desde la humanidad
Beings who assume teaching from humanity
Vladimir, Díaz M 1
Recibido: 30/11/2017 - Aceptado: 20/12/2017
Cómo citar este artículo: Díaz, V. (2017). Seres que asumen la docencia desde la humanidad. e-ikon,
vol. 4, (1), 9- 15
Resumen
Esta reflexión surge de las conversaciones y aprendizajes alcanzados en medio de los pasillos y la sala de profesores de la institución; todo comienza hace 18 años cuando de manera ininterrumpida se comenzaron a entrelazar tiempo, espacio, profesión y vocación; la publicidad y la docencia ambas transversalizadas por un claro sentido humano y una eterna búsqueda de diálogos tocados por la creatividad y la dinámica social. La docencia permite constantemente al autor evaluarse, preguntarse que hace y que deja de hacer en el aula, reflexiona con sus pares cercanos sobre la educación en general, sobre cuál es la esencia de la misma y cuál es su devenir; frecuentemente surgen retos, tareas, angustias y provocaciones en pro de pulir el quehacer docente. De ahí que cada lectura, cada película, cada charla, inquieten de manera sentida y comiencen a remover mente y corazón del autor.
Palabras clave: educación y desarrollo, Estudiante universitario, docencia
Abstract
This reflection arises from the conversations and learning achieved in the middle of the corridors and the staff room of the institution; everything began 18 years ago when, uninterruptedly, time, space, profession and vocation began to be intertwined; the publicity and the teaching both transversalized by a clear human sense and an eternal search of dialogues touched by the creativity and the social dynamics. Teaching constantly allows the author to evaluate himself, ask himself what he does and what he stops doing in the classroom, reflects with his close peers on education in general, on what is the essence of it and what is its future; Challenges, tasks, anguish and provocations frequently arise in favor of polishing the teaching task. Hence, each reading, each film, each talk, feel deeply disturbed and begin to remove the mind and heart of the author.
Keywords: education and development, college student, teaching
Entendiendo que el sistema educativo que se promulga desde las grandes esferas del gobierno de turno, tiene entre otros como fin primordial fungir como control de la sociedad civil, es decir enuncia normas, leyes, decretos y demás que en esencia parecieran ordenar, profesionalizar, esquematizar y mejorar la educación en todos sus estadios, pero poco de ello se cumple a plenitud. La educación tiene como función misional emancipar a sus estudiantes e invitarlos a crecer en pensamiento; de igual forma emerge un concepto más esperanzador para la educación y es su carácter de reproducción y perpetuidad cultural, la misma que plantea que antes de hacer futuro, se reconozca el ayer y el hoy, donde lo trasegado por las generaciones pasadas sirvan como faro para las venideras, por ello docentes y alumnos deben constantemente crear mecanismos e instrumentos que den fe de los aportes en el constructo de cultura en su amplio espectro de significación.
El docente consecuentemente responde desde su accionar en el aula a las necesidades contextuales de orden nacional, regional y local, esto se hace evidente con mayor frecuencia en las IES, quienes se compaginan periódicamente con planes de orden mayor; justamente desde su PEI se enmarcan objetivos, presupuestos, planes de acción y mejoramiento que logran articular estrechamente a la academia, la empresa y el estado. Además los proyectos investigativos que emergen de las mismas son pertinentes en este sistema neoliberal con las exigencias económicas siempre fluctuantes.
El entendimiento de la docencia, la pedagogía y la enseñanza, se convierte en todo un reto que muta velozmente, en el transcurso de la vida académica se redescubre la relevancia que cobra la enseñanza, se comprendo y traslapa a un cumulo de momentos mágicos, encuentros siempre sorprendentes entre docente y alumno, en cada inicio de clase se rompe la cotidianidad, se intenta ser cada vez más permeable a los alumnos y poder entender las realidades de quienes sacan lo mejor de los años de experiencia del docente, se trata entonces de revitalizar sus intereses transformar lo entregado, privilegiar lo propositivo, impulsar lo creativo y me soñar al lado de ellos, eso al docente de hoy lo ha de convertir en aquel mentor que los impulsa a ser mejores personas, a ser profesionales idóneos, capaces de entender realidades imperfectas y esbozar soluciones con los pies en la tierra.
Este texto representa la sumatoria de sentimientos, experiencias o simples opiniones con respecto al actuar del docente y sus alumnos en la intimidad de sus espacios académicos; pocas veces el docente se ha detenido a reflexionar sobre las maneras en cómo se relaciona con sus alumnos y como se establecen los diálogos entre ellos mismos; lo expuesto por Carlos Skiliar en su video “ser otro ser, S.O.S” pone en evidencia como al docente como persona y emerge un concepto fuerza que se gesta desde el miedo, el mismo que surge al momento de confrontar una realidad totalmente imperfecta, un temor a la diferencia, basta recordar que en el mismo seno familiar se escuchan frases determinantes al momento de recibir un nuevo integrante (un recién nacido) “el niño nació bien, está completico”, como queriendo decir que cualquier diferencia con lo estipulado como normalidad, fuere sinónimo de carencia, de imperfección, de enfermedad, de lastima. De igual forma se le teme al reconocimiento y a la re significación del otro, al respecto Skiliar (2002, p. 99) dice:
Por ejemplo la voz cercana o lejana, profunda y contundente, voz que se emite siempre desde un ser mágico, un ser atrevido y dispuesto a ser escuchado y tenido en cuenta; esa voz que expresa la esencia de cada quien, la misma que emite sus reclamos, sus utopías, sus opiniones, una voz que dice por si misma existo y estoy, una voz que puede carecer de cuerpo, pero no de fuerza, una voz que permite a su emisor hacer catarsis constantemente, una voz que va más allá de lo presupuestado, una voz que sorprende si es escuchada con todos los sentidos. Ahora bien el cuerpo, presente o ausente, distractor o perturbador, el cual se enfrenta y cuestiona frecuentemente frente a una corporeidad que es evaluada con sigilo, un cuerpo que por inmóvil que parezca, comunica; un cuerpo que clama por ser comprendido y aceptado, un cuerpo del cual no se es consciente; se trata de compaginar voz y cuerpo, se trata de reconocer en ambos todo un universo comunicacional lleno de afecto y conocimiento, juntos se catapultan, permiten dejar huella en cada segundo por etéreo que pareciere.
¿Y las miradas? siempre significativas, amargas o apacibles, miradas cargadas del más esperanzador sentimiento o del más tortuoso de los pesares, no se alcanza a imaginar que tan sensible es la persona a las miradas, sugerir que se modifique la manera de mirar involucra que se entienda la naturaleza del otro, sería como decir “mírame como soy no como deseas que yo sea, escucha mi voz y lee mi cuerpo pero no con los sentidos cerrados, déjame ser y existir a tu lado tal como soy, tal como eres”.
Como docente, como persona se debe abandonar la zona de confort, dejar de sentir temor, ser menos temeroso y ser ejemplo para los alumnos, demostrar que es posible dejar a un lado el silencio y la negación del otro, no incurrir más en la invisibilidad de quien no es similar, el poner en letras estas reflexiones se reta al docente a no ser el mismo que ayer. Todo sucede en el aula de clase, aquel estadio entendido formalmente como el escenario más común que permite convertir un encuentro educativo en un acontecimiento de aprendizaje, donde, se puede sensibilizar al alumno y su interacción con “nos-otros”, propiciando así una relación constante de emociones y saberes que entrelacen la afectividad entre los que lo habitan, permitiendo así que la pedagogía sea humanizante, que permita trascender y descubrir lo humano de los educandos y con ello motivar el aprendizaje; un aprendizaje necesario, útil, responsable y acorde a sus deseos e intenciones.
Los acontecimientos educativos son instantes transformadores de realidades, no se sabe con certeza cuando un mensaje, un dato, una información, una mirada, puedan transfigurar la vida del otro. El aprendizaje penetra en la intimidad humana, llena de armonía unitaria la totalidad de la vida del individuo y éste puede llevarla a la colectividad, por lo tanto podría modificar sociedades. “Educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto” Aristóteles
Tratar de comprender el sistema educativo implica reconocer la importancia de los actores que intervienen en el proceso, reconociendo la realidad educativa más allá del encuentro semanal la tarea puede ser observar con detenimiento los ideales, imaginarios, deseos, inquietudes, de quienes allí confluyen, hacer parte de un proceso formativo y cognitivo que en la mayoría de los casos no se ajuste a las condiciones y requisitos de los involucrados en dicho proceso; el aula debe desde ya y en adelante ser el principal escenario de hallazgos socioculturales, estéticos y participativos de toda la comunidad académica.
En lo que respecta a los otros espacios que emergen en la escuela (academia-universidad), por ejemplo el patio de recreo, en tal sentido Jaramillo y Murcia (2013) expresan:
El docente no comprende que un alumno motivado, escuchado, comprendido, respetado y al cual se le debe exigir, puede dar mucho de sí y ser tan ingenioso y activo como en sus descansos, ¿La educación impartida desde el sistema educativo y orientada por los docentes genera aprendizajes motivantes para los alumnos? De esta se forma visualiza el afán cotidiano de algunos docentes por realizar planes de trabajo que cumplan con orientar verdaderamente clases que generen en los alumnos goce, mientras se enseñan contenidos básicos para la vida en sociedad y se cumplen con los parámetros establecidos institucionalmente, en cierto modo los alumnos no se comportan igual en el aula y el patio de recreo, en el descanso; tal vez por la manera como son impartidos los temas o por la presión que se genera en el ambiente de clase y en gran medida el responsable es el docente, quien debe escudriñar en sus alumnos la mejor manera de cautivarlos y llevarlos de la mano por el universo del conocimiento.
¿De qué manera se puede educar para que el alumno se muestre libre en el aula al igual que en el patio que en el descanso? ¿Qué falta para lograrlo? Son interrogantes que en la enseñabilidad se hacen los docentes y en medio de la preocupación por salir al paso se dan pasos erróneos, una salida podría ser estar más y mejor informados con referencia a lo que son los alumnos, lo que los moviliza, como aprenden, como se comunican, datarse de estudios recientes que suenen transformadores en la teoría, pero que cuando se llevan a la práctica es otra la forma, otro contexto y de este modo el proceder se hace diferente.
Por ende se debate sobre la idea de educación libre en el aula, como una mirada a la libertad de expresión espontánea de ideas e intereses por parte de los alumnos en el salón, para que el docente asuma como oportunidad de aprendizaje dichos intereses, con la intención de convertir significativamente sus enseñanzas generando una relación de comprensión sobre lo que el otro necesita, en el reconocimiento de la sensibilidad; sin desconocer el respeto mutuo al momento de enseñar como los son las normas y los valores; así el docente transciende en la comprensión del otro desde su especificidad; sin duda surgirán retos en cuanto a despertar el pensamiento; en cuanto a ver la educación como el acto que responde a la necesidad de alguien más, como prioridad, que no queda simplemente en la transmisión de contenidos, sino que transciende a la potencialización de lo que el otro puede hacer en el entendimiento de lo que le está aconteciendo; para generar de esta manera un vínculo entre docente-alumno, en la re significación de la docencia desde la amorosidad en un proceso intencionado de crecimiento en el enseñar y aprender.
Cuando de educación libre en el aula se trata, valdrá la pena sumergirse en las densas y tibias aguas del currículo y los tan “desgastados” modelos pedagógicos, y entiéndase bien que se les tilda peyorativamente de esa manera no por lo que ellos son en su esencia, más bien serían los docentes que arbitrariamente e irresponsablemente han vapuleado a unos y otros en pro de sus conveniencias. La sociedad en otrora instaba a los docentes a formar personas que construyeran teorías y las aplicaran; ahora el docente deberá formar seres que se emancipen a través del trabajo cooperativo y que a su vez asuman el reto de construir un proyecto de vida en comunidad; en verdad que tanto cambiaría la realidad en todos sus ámbitos si los docentes se dedicaran a formar personas libre pensantes.
Los docentes deben generar un espacio propicio para reflexionar sobre las contradicciones, las mismas que emergen de una constante reflexión sobre el bien estar, sobre lo común, se tratará de comprender que “lo mío es tuyo y lo tuyo es nuestro”, no se es en definitiva nada sin el otro, sin su diferencia, sin su crítica, sin su mirada siempre diciente, sin su silencio siempre ensordecedor, se necesita del otro para poder debatir, discutir y encontrar nuevas rutas que permitan vivir en una mejor sociedad; poco o nada le interesa al sistema (el que fuere) educar bien a su pueblo y quizás los docentes le hacen el juego con su mutismo, con su conformismo, los docentes escasamente se detiene a pensar sobre la práctica reflexiva y social.
El quehacer docente hoy más que ayer exige de los suyos una mayor sensibilidad con respecto a lo fundante de la educación y la formación de los ciudadanos del hoy y el mañana, por ello es de suma delicadeza reconocer que no se puede enseñar bien sin pedagogía, debe ser un desafío para el docente entender como aprende y se desarrolla el alumno, por demás comprender que la verdadera enseñanza obedece a un plan. Igualmente existen pistas, señales y rutas a seguir que ayudan a los docentes a formar de mejor manera a los estudiantes de hoy y profesionales del mañana; el maestro deberá crear ambientes estimulantes de experiencias, vivencias, realidades que compartidas en común unidad se conviertan en espacios de crecimiento insospechado. Cabe recordar que hoy docente y alumnos descubren el conocimiento, unos y otros desde su individualidad, desde su diferencia y sumando talento, recursos, esfuerzos, sacrificios y lo que fuera menester en pro de un mejoramiento de la sociedad. Emerge igualmente una acepción distinta de la evaluación, la cual privilegia y valora en mayor proporción el proceso de adquisición de conocimiento y no los resultados arrojados, es así que se logra emancipar un poco a esos seres mágicos que siempre están deseosos por aprender y crecer.
En el diario acontecer se presentan situaciones estimulan a la gente para ser mejores personas, lo que pareciera una dificultad en el aula de a poco se convierte en una oportunidad única de construir conocimiento, más aún, fuera de ella la misión que se debe asumir trasciende lo normativo, lo legal, lo instituido. Es una nueva misión que emerge y funda sus cimientos en escuchar y entender al otro (llámese alumno, colega, directivo o padre de familia), se han de recoger las banderas y darle el verdadero sentido a una educación contextuada, permeable, perfectible; en realidad es un privilegio reconocer que para dicha labor el principal insumo son miles de sonrisas sinceras y desprevenidas de quienes comparten el mismo sueño, también han de inspirar los silencios y las lágrimas, el docente actúa como catalizador de un sinnúmero de angustias existenciales, sociales, económicas, políticas y culturales.
La misión en con moverse ante el otro, es comprender que la sociedad es un imaginario latente que reclama del docente aquel héroe social, ese héroe de bajo perfil que solamente espera como recompensa encontrar miradas llenas de afecto y tranquilidad. Surge una nueva tarea como docentes, se trata de resignificar la educación en cuanto a la pedagogía, entendida como la experiencia de comprender y respetar al alumno, haciendo relevante la cuestión de la amorosidad como estrategia para la enseñanza y reconociendo que el aula se deberá convertir días tras día en ese espacio donde converjan seres libre pensantes y conscientes del legado que heredaran a los suyos.
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1 Publicista de la Universidad Católica de Manizales, Magister en educación, docente universitario en la institución universitaria EAM de la ciudad de Armenia. Correo electrónico: vlado@eam.edu.co
El docente consecuentemente responde desde su accionar en el aula a las necesidades contextuales de orden nacional, regional y local, esto se hace evidente con mayor frecuencia en las IES, quienes se compaginan periódicamente con planes de orden mayor; justamente desde su PEI se enmarcan objetivos, presupuestos, planes de acción y mejoramiento que logran articular estrechamente a la academia, la empresa y el estado. Además los proyectos investigativos que emergen de las mismas son pertinentes en este sistema neoliberal con las exigencias económicas siempre fluctuantes.
El entendimiento de la docencia, la pedagogía y la enseñanza, se convierte en todo un reto que muta velozmente, en el transcurso de la vida académica se redescubre la relevancia que cobra la enseñanza, se comprendo y traslapa a un cumulo de momentos mágicos, encuentros siempre sorprendentes entre docente y alumno, en cada inicio de clase se rompe la cotidianidad, se intenta ser cada vez más permeable a los alumnos y poder entender las realidades de quienes sacan lo mejor de los años de experiencia del docente, se trata entonces de revitalizar sus intereses transformar lo entregado, privilegiar lo propositivo, impulsar lo creativo y me soñar al lado de ellos, eso al docente de hoy lo ha de convertir en aquel mentor que los impulsa a ser mejores personas, a ser profesionales idóneos, capaces de entender realidades imperfectas y esbozar soluciones con los pies en la tierra.
Este texto representa la sumatoria de sentimientos, experiencias o simples opiniones con respecto al actuar del docente y sus alumnos en la intimidad de sus espacios académicos; pocas veces el docente se ha detenido a reflexionar sobre las maneras en cómo se relaciona con sus alumnos y como se establecen los diálogos entre ellos mismos; lo expuesto por Carlos Skiliar en su video “ser otro ser, S.O.S” pone en evidencia como al docente como persona y emerge un concepto fuerza que se gesta desde el miedo, el mismo que surge al momento de confrontar una realidad totalmente imperfecta, un temor a la diferencia, basta recordar que en el mismo seno familiar se escuchan frases determinantes al momento de recibir un nuevo integrante (un recién nacido) “el niño nació bien, está completico”, como queriendo decir que cualquier diferencia con lo estipulado como normalidad, fuere sinónimo de carencia, de imperfección, de enfermedad, de lastima. De igual forma se le teme al reconocimiento y a la re significación del otro, al respecto Skiliar (2002, p. 99) dice:
El otro sólo es otro en la medida en que pueda ser capaz de mostrarme, claro que siempre a una distancia prudencial (incluso aquella distancia que separa la vida de la muerte), quienes somos nosotros y cuáles ajustes debemos hacer para parecernos, cada vez más, a nosotros mismos [...].En ocasiones se huye del otro o se lo invisibiliza porque precisamente es disonante, rechazar lo lejano, lo distinto, lo desconocido; podría ser un mecanismo de defensa que paulatinamente se convierte en costumbre, el otro deberá ser el otro, tan diferente o cercano a los demás pero siempre siendo él. Se le teme a lo extraño, momentos, situaciones, personas, sitios, experiencias; la barrera puede ser una estrecha zona de confort; se le teme a aquello que desestabiliza e impulsa a romper esquemas mentales, se huye a las responsabilidades, quizás por un marcado egocentrismo donde lo que prima es la autocomplacencia frente al tener, dejando de lado el ser. Por demás se tiende a desconocer a aquellas personas que cuestionan, la sorpresa se da justo cuando se rechazan a unos seres, los mismos que en medio de la oscuridad y las dificultades han logrado ser brillantes y exitosos donde los “normales” fracasaron. El docente ha de inspirar a sus alumnos de forma tal que incluya al otro a pesar de la diferencia, así como cuando se dialoga en pro de crecer intelectualmente, en ese sentido expresa Aguilar (2003) :
La presencia del otro en nuestra existencia aparece en actividades tan elementales como aprender a escribir y hablar la propia lengua o alguna lengua extranjera. La educación acontece como un proceso recíproco natural que “cada cual acepta siempre cordialmente procurando entenderse con los demás”. Quien escucha al otro escucha a alguien que tiene su propio horizonte (2003, p.8).Es importante ubicar el tema al interior del aula, espacio donde se convive una importante cantidad de horas de la vida, ya sea como alumno o como docente, bastaría remontarse a la infancia o adolescencia para entender con más claridad el rechazo del que se fue víctima o victimario. También en ese entonces se indicaba que el más fuerte sobrevivía en “la selva” y claro, ¿Quién iba a querer ser el débil de la manada?, lastimosamente en ese entonces para pertenecer a un grupo social se debían cumplir las exigencias del líder y por ende maltratar psicológicamente o físicamente al que era “diferente”. De a poco y por fortuna se cambió y el rol del educador busca que sus alumnos no cometan los mismos errores, es una de las misiones crear escenarios donde la diferencia sea entendida como tal, es un compromiso ser mucho más cuidadoso con todos los lenguajes implícitos en el acto discursivo, dialógico y persuasivo; así que se debe dar mayor relevancia a lo que se comunica de manera aislada y en conjunto, la voz, el cuerpo, las miradas y los silencios.
Por ejemplo la voz cercana o lejana, profunda y contundente, voz que se emite siempre desde un ser mágico, un ser atrevido y dispuesto a ser escuchado y tenido en cuenta; esa voz que expresa la esencia de cada quien, la misma que emite sus reclamos, sus utopías, sus opiniones, una voz que dice por si misma existo y estoy, una voz que puede carecer de cuerpo, pero no de fuerza, una voz que permite a su emisor hacer catarsis constantemente, una voz que va más allá de lo presupuestado, una voz que sorprende si es escuchada con todos los sentidos. Ahora bien el cuerpo, presente o ausente, distractor o perturbador, el cual se enfrenta y cuestiona frecuentemente frente a una corporeidad que es evaluada con sigilo, un cuerpo que por inmóvil que parezca, comunica; un cuerpo que clama por ser comprendido y aceptado, un cuerpo del cual no se es consciente; se trata de compaginar voz y cuerpo, se trata de reconocer en ambos todo un universo comunicacional lleno de afecto y conocimiento, juntos se catapultan, permiten dejar huella en cada segundo por etéreo que pareciere.
¿Y las miradas? siempre significativas, amargas o apacibles, miradas cargadas del más esperanzador sentimiento o del más tortuoso de los pesares, no se alcanza a imaginar que tan sensible es la persona a las miradas, sugerir que se modifique la manera de mirar involucra que se entienda la naturaleza del otro, sería como decir “mírame como soy no como deseas que yo sea, escucha mi voz y lee mi cuerpo pero no con los sentidos cerrados, déjame ser y existir a tu lado tal como soy, tal como eres”.
Como docente, como persona se debe abandonar la zona de confort, dejar de sentir temor, ser menos temeroso y ser ejemplo para los alumnos, demostrar que es posible dejar a un lado el silencio y la negación del otro, no incurrir más en la invisibilidad de quien no es similar, el poner en letras estas reflexiones se reta al docente a no ser el mismo que ayer. Todo sucede en el aula de clase, aquel estadio entendido formalmente como el escenario más común que permite convertir un encuentro educativo en un acontecimiento de aprendizaje, donde, se puede sensibilizar al alumno y su interacción con “nos-otros”, propiciando así una relación constante de emociones y saberes que entrelacen la afectividad entre los que lo habitan, permitiendo así que la pedagogía sea humanizante, que permita trascender y descubrir lo humano de los educandos y con ello motivar el aprendizaje; un aprendizaje necesario, útil, responsable y acorde a sus deseos e intenciones.
Los acontecimientos educativos son instantes transformadores de realidades, no se sabe con certeza cuando un mensaje, un dato, una información, una mirada, puedan transfigurar la vida del otro. El aprendizaje penetra en la intimidad humana, llena de armonía unitaria la totalidad de la vida del individuo y éste puede llevarla a la colectividad, por lo tanto podría modificar sociedades. “Educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto” Aristóteles
Tratar de comprender el sistema educativo implica reconocer la importancia de los actores que intervienen en el proceso, reconociendo la realidad educativa más allá del encuentro semanal la tarea puede ser observar con detenimiento los ideales, imaginarios, deseos, inquietudes, de quienes allí confluyen, hacer parte de un proceso formativo y cognitivo que en la mayoría de los casos no se ajuste a las condiciones y requisitos de los involucrados en dicho proceso; el aula debe desde ya y en adelante ser el principal escenario de hallazgos socioculturales, estéticos y participativos de toda la comunidad académica.
En lo que respecta a los otros espacios que emergen en la escuela (academia-universidad), por ejemplo el patio de recreo, en tal sentido Jaramillo y Murcia (2013) expresan:
El patio es sinónimo de recreo, y el recreo es naturalizado en el patio. Cuando los y las estudiantes salen al patio, este deja de ser un encierro y se transforma, se matiza con mil colores, sabores, olores; pero, también con mil ideas y actividades que lo hacen un lugar de encuentro y desencuentro consigo mismo, con el otro y con el mundo en general […]. (2013, p.164)Es así como aparecen en escena las posturas del docente quien en ocasiones se aísla de la realidad de sus alumnos y no los comprende en su hábitat natural; suele suceder que las expresiones y las posturas del alumno mutan justo cuando se da inicio al recreo con la campana, este sonido que para algunos, se convierte en estímulo para dejar fluir los intereses y motivaciones primordiales, permitiendo expresar libremente emociones y lenguajes que se convierten en aprendizajes al compartirlos con los otros, con sus pares, con ese compañero, con ese amigo, aquel que se convierte en aliando del disfrute y del crecimiento; para el caso particular el descanso en la universidad, aquellos minutos mientras se va de una clase a otra, de un escenario a otro, son momentos donde la interacción social y afectiva supera cualquier interés académico.
El docente no comprende que un alumno motivado, escuchado, comprendido, respetado y al cual se le debe exigir, puede dar mucho de sí y ser tan ingenioso y activo como en sus descansos, ¿La educación impartida desde el sistema educativo y orientada por los docentes genera aprendizajes motivantes para los alumnos? De esta se forma visualiza el afán cotidiano de algunos docentes por realizar planes de trabajo que cumplan con orientar verdaderamente clases que generen en los alumnos goce, mientras se enseñan contenidos básicos para la vida en sociedad y se cumplen con los parámetros establecidos institucionalmente, en cierto modo los alumnos no se comportan igual en el aula y el patio de recreo, en el descanso; tal vez por la manera como son impartidos los temas o por la presión que se genera en el ambiente de clase y en gran medida el responsable es el docente, quien debe escudriñar en sus alumnos la mejor manera de cautivarlos y llevarlos de la mano por el universo del conocimiento.
¿De qué manera se puede educar para que el alumno se muestre libre en el aula al igual que en el patio que en el descanso? ¿Qué falta para lograrlo? Son interrogantes que en la enseñabilidad se hacen los docentes y en medio de la preocupación por salir al paso se dan pasos erróneos, una salida podría ser estar más y mejor informados con referencia a lo que son los alumnos, lo que los moviliza, como aprenden, como se comunican, datarse de estudios recientes que suenen transformadores en la teoría, pero que cuando se llevan a la práctica es otra la forma, otro contexto y de este modo el proceder se hace diferente.
Por ende se debate sobre la idea de educación libre en el aula, como una mirada a la libertad de expresión espontánea de ideas e intereses por parte de los alumnos en el salón, para que el docente asuma como oportunidad de aprendizaje dichos intereses, con la intención de convertir significativamente sus enseñanzas generando una relación de comprensión sobre lo que el otro necesita, en el reconocimiento de la sensibilidad; sin desconocer el respeto mutuo al momento de enseñar como los son las normas y los valores; así el docente transciende en la comprensión del otro desde su especificidad; sin duda surgirán retos en cuanto a despertar el pensamiento; en cuanto a ver la educación como el acto que responde a la necesidad de alguien más, como prioridad, que no queda simplemente en la transmisión de contenidos, sino que transciende a la potencialización de lo que el otro puede hacer en el entendimiento de lo que le está aconteciendo; para generar de esta manera un vínculo entre docente-alumno, en la re significación de la docencia desde la amorosidad en un proceso intencionado de crecimiento en el enseñar y aprender.
Cuando de educación libre en el aula se trata, valdrá la pena sumergirse en las densas y tibias aguas del currículo y los tan “desgastados” modelos pedagógicos, y entiéndase bien que se les tilda peyorativamente de esa manera no por lo que ellos son en su esencia, más bien serían los docentes que arbitrariamente e irresponsablemente han vapuleado a unos y otros en pro de sus conveniencias. La sociedad en otrora instaba a los docentes a formar personas que construyeran teorías y las aplicaran; ahora el docente deberá formar seres que se emancipen a través del trabajo cooperativo y que a su vez asuman el reto de construir un proyecto de vida en comunidad; en verdad que tanto cambiaría la realidad en todos sus ámbitos si los docentes se dedicaran a formar personas libre pensantes.
Los docentes deben generar un espacio propicio para reflexionar sobre las contradicciones, las mismas que emergen de una constante reflexión sobre el bien estar, sobre lo común, se tratará de comprender que “lo mío es tuyo y lo tuyo es nuestro”, no se es en definitiva nada sin el otro, sin su diferencia, sin su crítica, sin su mirada siempre diciente, sin su silencio siempre ensordecedor, se necesita del otro para poder debatir, discutir y encontrar nuevas rutas que permitan vivir en una mejor sociedad; poco o nada le interesa al sistema (el que fuere) educar bien a su pueblo y quizás los docentes le hacen el juego con su mutismo, con su conformismo, los docentes escasamente se detiene a pensar sobre la práctica reflexiva y social.
El quehacer docente hoy más que ayer exige de los suyos una mayor sensibilidad con respecto a lo fundante de la educación y la formación de los ciudadanos del hoy y el mañana, por ello es de suma delicadeza reconocer que no se puede enseñar bien sin pedagogía, debe ser un desafío para el docente entender como aprende y se desarrolla el alumno, por demás comprender que la verdadera enseñanza obedece a un plan. Igualmente existen pistas, señales y rutas a seguir que ayudan a los docentes a formar de mejor manera a los estudiantes de hoy y profesionales del mañana; el maestro deberá crear ambientes estimulantes de experiencias, vivencias, realidades que compartidas en común unidad se conviertan en espacios de crecimiento insospechado. Cabe recordar que hoy docente y alumnos descubren el conocimiento, unos y otros desde su individualidad, desde su diferencia y sumando talento, recursos, esfuerzos, sacrificios y lo que fuera menester en pro de un mejoramiento de la sociedad. Emerge igualmente una acepción distinta de la evaluación, la cual privilegia y valora en mayor proporción el proceso de adquisición de conocimiento y no los resultados arrojados, es así que se logra emancipar un poco a esos seres mágicos que siempre están deseosos por aprender y crecer.
En el diario acontecer se presentan situaciones estimulan a la gente para ser mejores personas, lo que pareciera una dificultad en el aula de a poco se convierte en una oportunidad única de construir conocimiento, más aún, fuera de ella la misión que se debe asumir trasciende lo normativo, lo legal, lo instituido. Es una nueva misión que emerge y funda sus cimientos en escuchar y entender al otro (llámese alumno, colega, directivo o padre de familia), se han de recoger las banderas y darle el verdadero sentido a una educación contextuada, permeable, perfectible; en realidad es un privilegio reconocer que para dicha labor el principal insumo son miles de sonrisas sinceras y desprevenidas de quienes comparten el mismo sueño, también han de inspirar los silencios y las lágrimas, el docente actúa como catalizador de un sinnúmero de angustias existenciales, sociales, económicas, políticas y culturales.
La misión en con moverse ante el otro, es comprender que la sociedad es un imaginario latente que reclama del docente aquel héroe social, ese héroe de bajo perfil que solamente espera como recompensa encontrar miradas llenas de afecto y tranquilidad. Surge una nueva tarea como docentes, se trata de resignificar la educación en cuanto a la pedagogía, entendida como la experiencia de comprender y respetar al alumno, haciendo relevante la cuestión de la amorosidad como estrategia para la enseñanza y reconociendo que el aula se deberá convertir días tras día en ese espacio donde converjan seres libre pensantes y conscientes del legado que heredaran a los suyos.
Referencias bibliográficas
Aguilar, L. (2003). Conversar para aprender. Gadamer y la educación. Revista Electrónica Sinéctica, (23).
Jaramillo, D., y Murcia, N. (2013). Los Mutantes de la Escuela, Revista Entramados Universidad Libre de Cali, volumen 9, p. 162-174.
Skliar, C. (2002). Alteridades y Pedagogías. ¿Y si el otro no estuviera ahí? Educação & Sociedade, 23(79), 85-123.
Skiliar, C. (2005). Ser otro ser. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=n8dJxFfZ_gc
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